EL PUEBLO ARGENTINO ESTÁ GRAVEMENTE ENFERMO DEBEMOS DEJAR ATRÁS LA MÁQUINA DECADENTE DEL ENFRENTAMIENTO TERMINAL
Decía una carta de lectores del día 4 de Julio en el diario La Nación lo siguiente: «Como consecuencia de la mala praxis ejercida durante varios años por diversos gobiernos, el pueblo argentino está gravemente enfermo. Nos ha invadido la depresión, la desidia, la droga, la violencia y la corrupción. Muchos creen que la única salida es huir de nuestra patria, pero llegó la hora de accionar. Debemos exigir a nuestros políticos, a quienes elegiremos a través del voto y que nos gobernarán, que expongan a través de un debate público cuáles son sus proyectos y cómo van a llevarlos a cabo. Urge la unión de todos los argentinos sin distinción de banderas políticas, proyectar un país a veinte años, y recuperar la dignidad y el orgullo de ser argentinos. Por su parte Federico Pinedo nos decía:» La GRIETA es la tragedia que impide, e impidió , que la Argentina sea un país previsible, viable, desarrollado, porque impide poner la energía en resolver los problemas, para ponerla en atacar al otro y echarle la culpa La evidente decadencia argentina de 90 o 100 años no es producto de Kirchneristas o antikirchneristas, de Macristas o antimacristas ,de peronistas o de antiperonistas, sino de la idea muy extendida de que el país no puede progresar si no se elimina al otro, al diferente. Vivir de la exclusión del otro impide los proyectos comunes, el desarrollo social, federal y nacional. Lo que impide el desarrollo es poner la energía que tenemos en la destrucción del otro y no en la construcción con el otro. Diálogo quiere decir «razonar con el otro». Mientras la política argentina no hable de razonar junto con el que piensa distinto y use cada dos frases la palabra «lucha», no tendremos destino. Cuando quienes justifican cualquier cosa para justificarse a sí mismos como si fueran luchadores heroicos, tranquilicen sus egos exaltados, tal vez se den cuenta de que no podemos ser tan adolescentes de hacer como que no existe el mundo de la revolución científica y tecnológica, la revolución digital de la información y las comunicaciones, la revolución de la economía del conocimiento. Cuando lo acepten, podremos dedicarnos a aumentar la educación flexible y de calidad, necesaria para trabajos que se adaptan al cambio permanente, con convenios interuniversitarios, posgrados y carreras más cortas. Cuando reconozcan que los argentinos del interior no podrán arraigarse en sus pueblos y desarrollar sus proyectos de vida si no reconstruimos infraestructura de energía, logística y comunicaciones del siglo XXI y si no abrimos mercados para sus productos y servicios, podremos acordar las acciones que lo hagan realidad, sin robar. Podemos trabajar juntos por la igualdad de oportunidades que termine (sí, que termine) con la pobreza. Dejar atrás la máquina decadente del enfrentamiento terminal les abriría a los argentinos una gran oportunidad: la oportunidad del desarrollo.
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