En 2016, el presidente Mauricio Macri pidió «cerrar la brecha entre lo que somos y lo que podemos ser». Esa idea, encierra uno de los problemas argentinos fundamentales. Desde su origen, este país confunde lo que verdaderamente es con sus deseos: vivimos pensando que nuestros deseos son reales y presentes y no hacemos nada por conseguirlos. Nuestro «juego nacional» de naipes, el truco, lo sintetiza bien: permite al argentino ser como él quiere ser. «En cualquier juego sucede más o menos lo mismo pero en el truco la victoria o la derrota dependen más del hombre, del jugador frente al jugador, que del valor inamovible de los naipes (…) no está basado en la inteligencia del contrincante sino en su capacidad para «hacer entrar» al adversario, para engañarlo. La palabra «truco» tiene origen portugués y significa «trampa». Para Ortega y Gasset «la pampa se mira comenzando por su fin, y por eso observa que lo esencial de la vida argentina es ser promesa». «Todo aquí vive de lejanías, casi nadie está donde está sino por delante de sí mismo, y desde allí gobierna y ejecuta su vida de aquí, la real, la presente y efectiva». De allí aquel famoso «Argentinos, a las cosas». «El argentino vive atento, no a lo que efectivamente constituye su vida, sino a una figura ideal que de sí mismo posee. El argentino se gusta a sí mismo, le gusta la imagen que de sí mismo tiene. El argentino típico no tiene más vocación que la de ser ya el que imagina ser, y vive entregado, no a una realidad, sino a una imagen». En 1888 escribe el sociólogo Daireaux: «A la época actual precede una larga tradición de menosprecio al trabajo.. Mansilla lo dice de otro modo: «Nacer becado, vivir empleado, morir jubilado, plaga argentina. El no hacer nada, sino vivir, es un programa. ¿Trabajar? Que trabajen otros. El desfase entre vivir como «deseamos» hacerlo» y como «podemos» signó la historia argentina posterior. Escribe Darwin en 1833:» A casi todos los funcionarios puede comprárselos. (…) Los habitantes respetables del país ayudan invariablemente al delincuente a escapar, parecería que el hombre hubiera pecado contra el gobierno y no contra el pueblo». Y remata Clemenceau, en 1910: «La economía argentina sólo crece porque de noche los políticos y los empresarios están durmiendo y no pueden robar. Mientras tanto el trigo crece y las vacas fornican con lujuria». Rodolfo Rivarola, escribió en 1913: «Producir por dos y gastar por cuatro tomando un préstamo por la diferencia parece ser el lema de los argentinos. Son responsables de esto el gobierno y los gobernantes,.. en especial el primero porque el gobierno educa al pueblo. La imitación corre de arriba abajo, y el gobernante impone con su mal ejemplo la regla general que contagia.». Los ejemplos son infinitos y esa diagonal, la del desencuentro entre lo que somos y lo que queremos ser, cruza nuestra historia. La cultura social argentina ESTÁ ENFERMA, (fanatizada, violenta,etc), y necesitamos curarnos; porque para PODER SER primero debemos estar SANOS. Pero NO NOS INTERESA EL DIAGNÓSTICO, NI ACEPTAMOS EL TRATAMIENTO Y NO QUEREMOS CURARNOS..!!! ¿Dejaremos de ser, alguna vez, los eternos niños promesa? Dios espera con paciencia nuestra conversión escondido en un pedacito de pan.
Por Jorge Lanata (fuente Clarín)
Por Jorge Lanata (fuente Clarín)
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